Mamá Antula, cuyo nombre real era María Antonia de Paz y Figueroa, fue una laica consagrada argentina que vivió en el siglo XVIII. Nació en Santiago del Estero en 1730 y dedicó su vida a la evangelización y a la promoción de los ejercicios espirituales de San Ignacio de Loyola, una práctica que los jesuitas habían popularizado y que se prohibió tras su expulsión de América en 1767.

A pesar de las dificultades, Mamá Antula se propuso mantener viva esta tradición. Recorrió a pie gran parte del país, desde el norte hasta Buenos Aires, evangelizando y organizando retiros espirituales. Su perseverancia y carisma atrajeron a miles de personas de todos los estratos sociales, incluyendo a las élites y a los más pobres. Su labor fue fundamental para la fe católica en un período de grandes cambios y desafíos.

Fundó la Santa Casa de Ejercicios Espirituales en Buenos Aires, que aún hoy sigue en pie. En 2016 fue beatificada por el Papa Francisco y el 11 de febrero de 2024 se convirtió en la primera santa argentina, patrona de la Patria. Su vida es un ejemplo de fe inquebrantable, servicio a los demás y compromiso con la espiritualidad ignaciana.